Correr es uno de los ejercicios favoritos de la gente. Cada vez son más las personas que eligen estos movimientos como su fuente principal del trabajo cardiovascular. Su tendencia ha evolucionado tanto que hoy en día es muy común escuchar o ver por las calles de nuestra ciudad los famosos grupos Running.
Contemplando la idea de que quizá tu también estés pensando en unirte a ellos y comenzar a salir los fines de semana para brindarle a tu cuerpo el gran número de beneficios que trae consigo, en esta oportunidad quiero compartir contigo 3 razones por las que esta actividad es una de las peores maneras de ponerse en forma. Aunque es evidente que mejora el estado de nuestros corazones y nuestra capacidad cardiorrespiratoria, no es la mejor forma –ni la más fácil– de hacerlo. Déjame contarte por qué.
Recientes estudios han revelado que hasta el 79% de los corredores habituales se lesionan, como mínimo, una vez al año. Además, mientras menos preparación física tengas, más fácil caerás en una lesión complicada. Este número es mucho mayor que el de personas que se lesionan por practicar pesas u otros deportes.
Además, las lesiones son muy variadas. Los afectados pueden ser los huesos, los tendones, los ligamentos, la columna vertebral, los músculos, las rodillas, las plantas de los pies y, en definitiva, cualquier parte del cuerpo. Incluso, aunque no es nada habitual, se puede llegar a la muerte súbita por correr.
Cuando nos notamos un poco de michelín, nuestras dos primeras ideas para acabar con él son hacer dieta y salir a correr. Por supuesto, si antes no hacíamos nada de ejercicio notaremos un cambio rápido. Sin embargo, al hacer este ejercicio durante largos periodos no perdemos tanto peso como lo haríamos con ejercicios de resistencia anaeróbica. Existen varios estudios que justifican esta teoría.
Al aumentar el metabolismo, durante el descanso posterior al ejercicio continuarás quemando calorías, de forma que tendrás una pérdida de peso extra tras el entrenamiento. Por supuesto, si tu objetivo es participar en maratones y buscas mejorar tu resistencia aeróbica, lo mejor es hacer largas carreras a una intensidad más equilibrada. Pero si lo que buscas es perder peso, no es recomendable.
Como si de una droga se tratase, el running provoca una adicción que puede llegar a ser peligrosa. Al practicar ejercicio de alta resistencia, generamos neurotransmisores que guardan similitud con los opiáceos y algunos derivados del cannabis. Esto, en principio, puede ser una buena noticia. Provoca euforia y bienestar psicológico mientras corremos y después de hacerlo. Además, descendemos los niveles de leptina, una hormona relacionada con la sensación de saciedad que provoca que, al correr, tengamos una mayor disposición al esfuerzo y el movimiento.
Sin embargo, como toda adicción, también provoca una sensación de dependencia de la que deriva la llamada «Runnorexia». En la actualidad, se calcula que el 18% de quienes corren asiduamente la sufren. Al ser adictos a una serie de hormonas en el organismo que les hacen sentirse mejor, con facilidad pueden venirse abajo después de un tiempo sin practicar deporte.