Como ya sabes, en el cuerpo humano todo está interrelacionado, de ahí que el sistema muscular, el respiratorio y el cardiovascular trabajan por y para los músculos. Son muchos los efectos favorables que provoca el entrenamiento deportivo en el sistema cardiorrespiratorio. Los más destacables, y los que además notarás en un plazo bastante corto de tiempo si eres constante en tus entrenamientos, son los siguientes:
✔ Aumento de la capacidad pulmonar y, por extensión, de sus alvéolos, el lugar de intercambio.
✔ Aumento de la cantidad de hemoglobina en sangre, que es la encargada de transportar las moléculas de oxígeno a los músculos y al resto del cuerpo. Por tanto, mayor oxigenación.
✔ Fortalecimiento de la musculatura y tamaño del corazón, que será capaz de mover más sangre en cada latido. De este modo, un corazón bien entrenado tiene menos pulsaciones en reposo.
Todo ello, en conjunto, supone un aumento del abastecimiento de oxígeno a las células musculares, y por tanto, un mayor rendimiento deportivo que igualmente redundará en tu vida diaria. Aunque sólo sea porque te cansarás menos en tus actividades cotidianas.
😉 Respiro, luego Existo
El sistema cardiorrespiratorio es el encargado de introducir el oxígeno, que necesitamos para vivir, en los pulmones y de expulsar el dióxido de carbono al exterior. En concreto, son los músculos respiratorios los que se encargan de esta vital misión. En una respiración relajada, el diafragma es casi el único músculo que participa en esta acción. Sin embargo, en condiciones de ejercicio son muchos los músculos que aceleran el proceso: los abdominales y los intercostales, e incluso el pectoral menor, colaboran en ello.
En condiciones normales se respira unas doce veces por minuto y en cada ventilación se introduce medio litro de aire en los pulmones. Cerca de un 25% del oxígeno de este aire se aprovecha, que es el máximo que la sangre puede recoger en los alvéolos pulmonares. A este proceso de captación de oxígeno se le llama «perfusión», y es el que limita nuestra capacidad de oxígeno.