La adaptación del sistema muscular al ejercicio anaeróbico depende de la cantidad de fosfatos (ATP y CP) y la velocidad de su utilización. Bajo la acción del entrenamiento de carácter sprinter, los índices de la potencia anaeróbica pueden aumentar sustancialmente.
La especificidad del tipo de deporte deja sus huellas en la potencia del sistema anaeróbico de suministro de energía: los índices más altos se observan en los corredores de sprinters, los lanzadores y los saltadores.
La potencia de las fuentes anaeróbicas alactácidas expresada en equivalencias de oxígeno puede alcanzar 200-250 ml.kg.min. Estos datos caracterizan a los deportistas de alto nivel especialistas en deportes que requieren velocidad y fuerza. Los índices en las personas no entrenadas son muy inferiores y no suelen superar los 140 ml.kg.min.
Las personas que poseen un alto nivel de adaptación al ejercicio anaeróbico suelen tener inferior capacidad aeróbica y de resistencia al trabajo prolongado.
Bajo la acción de un entrenamiento de tendencia anaeróbica alactácida, se produce en los músculos un aumento de la contracción de fosfágenos, que se relaciona con el aumento de la superficie de las mitocondrias.
Sin embargo, este aumento (que no suele superar un 20-30%) es menos importante que el incremento de la actividad de los enzimas que determinan la velocidad de degradación y de nueva síntesis de los fosfatos, en particular la creatinfosfoquinasa y de la mioquinasa.
La potencia máxima del proceso anaeróbico alactácido se produce al cabo de 0,5-0,7 segundos después del inicio del trabajo y puede mantenerse durante 7-15 segundos en las personas que no practican deporte. En los deportistas de nivel medio, la duración de los ejercicios suele ser de 10-15 segundos; en los deportistas de alto nivel, dicha duración puede alcanzar 20-25, e incluso a veces 40-45 segundos.
ADAPTACIÓN DEL SISTEMA MUSCULAR AL EJERCICIO
El resultado del trabajo de velocidad y de fuerza-velocidad está condicionado en gran parte por la capacidad de los deportista de movilizar rápidamente una gran cantidad de energía utilizando las fuentes anaeróbicas alactácidas.
Las investigaciones demuestran que los deportistas de alto nivel bien entrenados, en relación a los de nivel inferior, poseen una mayor velocidad de descomposición de los fosfatos altamente energéticos cuando ejecutan un trabajo de intensidad extrema.
Ante un trabajo intensivo que no supera un 60% del valor extremo de consumo de oxígeno, el contenido de ATP y CP de los músculos disminuye poco. La disminución importante se produce en un trabajo intenso que supera el 75-80% del nivel de VO2 máx.
Por otra parte, cabe señalar que, incluso cuando se aplican cargas extremas de carácter alactácido anaeróbico, la concentración de ATP en los músculos no desciende por debajo del 60% de los valores característicos del estado de reposo. Ello demuestra que el ATP que contienen los músculos no puede ser totalmente utilizado para el suministro de energía del trabajo.
Por otra parte, las reservas de CP pueden ser utilizadas casi totalmente, lo cual resalta el papel que desempeña este sustrato junto al ATP que es el sustrato directo para las contracciones musculares.
Bajo la acción del entrenamiento, aumenta asimismo los índices de adaptación al suministro de energía. La máxima magnitud de energía liberada como resultado de la utilización de los fosfágenos es, en las personas no entrenadas, de cerca de 420 j.kg, ó de 1,5-2 l.mm de consumo de oxígeno.
Finalmente, un entrenamiento para trabajar la velocidad y la fuerza hace aumentar la capacidad de los procesos alactácidos 1,5-2 veces.