Las excusas son las herramientas de los inconstantes, que siempre tienen un motivo para faltar a su cita con el ejercicio. Pero esa excusa no te hará menos culpable. Es más fácil lloriquear y culpar a los demás que a ti mismo. Sólo para tu información (y no para que las uses) te quiero hablar de las tres excusas más vistas y oídas en el entrenamiento.
Es un mecanismo que tiene el cuerpo para ahorrar energía. Es algo que choca de frente con nuestros intereses, pues ahorrar energía es justo lo contrario de lo que queremos hacer, estar en forma. En el fondo sólo te servirá para seguir inmerso en una espiral descendente de amor propio y satisfacción personal. Por el contrario, si te dedicas tiempo y vas a hacer algo de ejercicio, verás cómo entras en una fase de optimismo que te ayudará a tener menos pereza al día siguiente. Y así entrarás en una espiral ascendente de autoestima.
«Esto no es para mí», «ya estoy muy viejo», «no he hecho deporte en mi vida», «me duele todo el cuerpo», son algunos de los pensamientos que limitan tus capacidades físicas. El ejercicio no está reñido con nada, y menos con la edad o con el físico. Basta con mirar la oferta de cualquier gimnasio, con clases dirigidas a todo tipo de personas. El ejercicio es algo al alcance de todos. Por tanto, cambia tu mentalidad porque hay muchas personas con tu mismo perfil que se han beneficiado de una vida saludable.
Esta es otra de las excusas más populares. Nadie tiene tiempo para nada, y si esto es así, ¿cómo vas a tenerlo para algo como ir al gimnasio? No te engañes, si el día tuviera 30 horas, tampoco tendrías tiempo. En realidad, se trata de una cuestión de prioridades, no de tiempo. Y si en realidad quieres poner tu salud en los primeros puestos de esa escala de prioridades, no tienes más remedio que trabajar para ello. Si lo haces así, ya te digo que sabrás encontrar aquel tiempo que antes te faltaba. Y descubrirás entonces otra realidad: que las personas que hacen ejercicio son mucho más activas y sacan mucho más rendimiento a las 24 horas del día.
Debes, pues, aprender a localizar las excusas y neutralizarlas en el mismo momento en que aparezcan en tu cabeza. Si no lo haces así, se irán cebando y cebando, y cuando te quieras dar cuenta tendrás más excusas que razones. Arráncalas en el mismo momento de su nacimiento como si arrancaras cualquier mala hierba. Las personas no quieren excusas, sino resultados. Y si eso es válido en la vida profesional y personal, no lo va a ser menos a la hora de ponerse en forma. Esa actitud se refleja en su forma de entrenar, de comer y de cuidarse en general.