Los reflejos son la forma más sencilla de integración nerviosa. Pero la mayoría de movimientos usados en las actividades deportivas acarrean el control y la coordinación mediante los centros superiores del cerebro, específicamente:
– La corteza motora primaria.
– Los ganglios basales.
– El cerebelo.
CORTEZA MOTORA PRIMARIA
Es responsable del control de los movimientos musculares finos y discretos. Está localizada en el lóbulo frontal, específicamente dentro de circunvolución precentral. Las neuronas aquí contenidas, conocidas como células piramidales, nos permiten el control consciente de nuestros músculos esqueléticos.
Pensemos en la corteza motora primaria como la parte del cerebro que decide qué movimiento deseados realizar. Por ejemplo, si estamos sentados en una silla y queremos levantarnos, la decisión de hacerlo se toma en nuestra corteza motora primaria, donde todo el cuerpo está cuidadosamente cartografiado. Las áreas que requieren el control motor más fino tienen una representación más grande en la corteza motora, de modo que tienen un mayor control neural.
Los cuerpos celulares de las células piramidales están albergados en la corteza motora primaria, y sus axones forman los tractos extrapiramidales. Éstos se conocen también como los tractos corticospinales porque los procesos nerviosos se extienden desde la corteza cerebral hasta la médula espinal. Estos tractos proporcionan el principal control voluntario de nuestros músculos esqueléticos.
Además de la corteza motora primaria hay una corteza promotora anterior a la circunvolución precentral en el lóbulo frontal. Las destrezas motoras aprendidas de naturaleza repetitiva o estructurada se almacenan aquí. Esta región puede concebirse como el banco de recuerdos de las actividades motoras diestras.
Los ganglios (núcleos) basales no forman parte de la corteza cerebral. Están más bien en la materia blanca cerebral, profundamente dentro de la corteza. Estos ganglios son agrupaciones de cuerpos celulares nerviosos.
Las complejas funciones de los ganglios basales no se conocen bien, pero se sabe que son importantes en la iniciación de los movimientos de naturaleza sometida y repetitiva (tales como el balanceo de los brazos al andar), y que, por lo tanto, controlan el complejo de movimientos semivoluntarios tales como el andar o el correr. Estas células también intervienen en el mantenimiento de la postura y en el tono muscular.
CEREBELO
Es crucial para el control de todas las actividades musculares rápidas y complejas. Ayuda a coordinar la sincronización de las actividades motoras y la rápida progresión de un movimiento al siguiente, al controlar y efectuar ajustes de corrección en las actividades motoras obtenidas por otras partes del cerebro.
El cerebelo facilita las funciones de la corteza motora primaria y de los ganglios basales. Facilita modelos de movimientos suavizándolos, ya que de los contrario serían espasmódicos e incontrolados.
El cerebelo actúa como un sistema de integración, comparando nuestra actividad programada o que queremos desarrollar con los verdaderos cambios que tienen lugar en nuestro cuerpo, iniciando entonces ajustes correctivos mediante el sistema motor. Éste recibe información del cerebro y de otras partes del encéfalo, y también de receptores sensores (propioceptores) en los músculos y en las articulaciones que mantienen al cerebelo informado sobre la posición actual de nuestro cuerpo.
El cerebelo recibe también datos visuales y del equilibrio. Por lo tanto, nota toda información que llega sobre la tensión y la posición exacta de todos los músculos, articulaciones y tendones, y sobre la posición actual del cuerpo en relación con sus alrededores, determinando luego el mejor plan de acción para producir el movimiento deseado.
Consideremos nuestro ejemplo anterior en el que estamos sentados, pero queremos levantarnos. Nuestra corteza motora primaria es la parte del cerebro que toma la decisión de levantarse. Esta decisión es transmitida al cerebelo. Éste percibe la acción deseada, considerando luego cuál es la situación presente del cuerpo, basándose en toda la información sensora que recibe.
Por último, el cerebelo decide, mediante esta entrada de información, cuál es el mejor plan de acción para llevar a cabo el movimiento deseado: ponerse de pie.