Para poder bajar de peso y adelgazar hay que tener en cuenta los diferentes factores que influyen en el proceso. Al igual que cuando queremos ganar masa muscular, los más importantes son tres: entrenamiento constante, alimentación balanceada y descanso adecuado.
Sin embargo, hay otros elementos que también ayudan o afectan en nuestro objetivo. Por ejemplo, el estrés y el sueño también juegan un papel importante cuando queremos transformar nuestro cuerpo. Lo dicho ha sido ratificado por el dietista-nutricionista y tecnólogo de los alimentos Pablo Zumaquero en su libro «El lunes ya empiezo la dieta».
«Bajar de peso debe ser simplemente la consecuencia de un cambio de hábitos. Además, controlar en mayor o menor medida los factores modificables, como pueden ser la alimentación, el sueño, el estrés o la actividad física, determinará el ritmo de pérdida que se obtiene. Pero hay que tener en cuenta que todo esto muchas veces no depende de nosotros, por lo que es necesario ser paciente y constante, no queda más remedio. Aquí no hay varitas mágicas», apunta el experto.
Zumaquero le explicó al portal ‘CuídatePlus’ el papel –en muchas ocasiones determinante– que desempeñan algunos de los factores ‘extra dietéticos’ a la hora de perder peso:
Los Patrones de Sueño
«Se sabe que una persona que duerme poco o mal suele tener peores comportamientos alimentarios: come más cantidad, selecciona peores alimentos, es mucho más sedentaria (reduce actividades espontáneas y casi elimina el ejercicio) y genera otros cambios hormonales y enzimáticos, que pueden favorecer el acúmulo de grasa corporal», comenta Pablo.
Es sabido que el estrés hace que cambie nuestro comportamiento ante la comida y también cómo la gestiona el organismo. Por ello, el experto destaca los efectos fisiológicos que el estrés crónico produce en este sentido:
– Aumenta el apetito, hace que se busque comida más placentera.
– Favorece que nos movamos poco o nada.
– Afecta a la calidad del sueño.
– Produce una mayor acumulación de grasa y retención de líquidos.
La Edad
Muchas personas aseguran que «los años me han engordado»; y esta aparente excusa tiene mucho de verdad, tal y como afirma el experto en nutrición:
«En efecto, a medida que cumplimos años se producen ciertos cambios que potencian la ganancia de tejido graso (más vida social o de peor calidad, sedentarismo laboral y de ocio, cambios hormonales) y la pérdida de tejido muscular (menos ganas y tiempo para hacer actividades, enfermedades o lesiones, menos testosterona y estrógenos). El resultado de todo ello es una mayor facilidad para ganar peso y más dificultad para perderlo», explica.
A la acción de esos factores sobre los que se puede tener mayor o menor control, hay que unir los errores que se suelen cometer (muchos de ellos de forma inconsciente) a la hora de afrontar un plan de pérdida de peso y que pueden sabotear cualquier intento en este sentido. Según Zumaquero, estos son algunos de los más comunes:
– La impaciencia.
– Confundir hambre con ansiedad.
– Considerar el ‘factor prohibición’ como algo inevitable.
– Minimizar el impacto real del alcohol.
En conclusión, para bajar de peso efectivamente hay que tomar una perspectiva adecuada. El punto de partida es tener muy claro que son varios los factores (internos y externos) que influyen en el proceso.
Las dietas de adelgazamiento solo sirven para un tiempo corto y se tiene que buscar siempre un cambio de hábitos duradero. No hay que olvidar que aunque no siempre se baje de peso, al menos se mejoran hábitos que tienen un impacto muy positivo en la salud.