El sistema cardiovascular es el encargado de repartir el alimento a todas las células del cuerpo, y también el oxígeno. Y eso es así porque el corazón se encarga de bombear la sangre para que llegue a todos los rincones de tu organismo. Si las células necesitan mayor aporte de oxígeno, como pasa durante el ejercicio, entonces él tratará de aumentar el reparto elevando el número de pulsaciones.
Por ende, el corazón, al igual que el resto de músculos del cuerpo humano, se debe entrenar. Y la forma de hacerlo es exigiéndole un esfuerzo de vez en cuando. Piensa que un corazón más fuerte es una garantía de buena salud. Y sobre todo te ayuda a evitar problemas cardiovasculares, tan frecuentes en nuestra época en la que priman el sedentarismo y el estrés. Con el ejercicio, este músculo aumenta su capacidad; es decir, aumenta el volumen de sangre que mueve en cada latido. Por esa razón, un corazón entrenado baja el ritmo de pulsaciones en reposo. Por otro lado, incrementa el grosor de su paredes o, lo que es lo mismo, su fuerza.
Al igual que la mayoría de autos con ordenador te dan el dato de los galones de gasolina que estás consumiendo en cada momento, el número de pulsaciones es la referencia válida para medir el gasto calórico. Si eres de los que corren en cinta, o pedaleas en el gimnasio, habrás visto que son muchas las máquinas que, además de mostrarte la distancia que recorres, te revelan la cantidad de kilocalorías que estás quemando. Pero, aunque en muchos casos es una referencia, no suele ser más que una aproximación derivada de un simple programa informático. Es más, suele pasar que en dos máquinas del mismo modelo aparezca un dato distinto ante el mismo esfuerzo.
Por ello, te recomiendo que sólo te fíes del pulsómetro, que va a ser la única referencia certera de tu nivel de esfuerzo y, por tanto, de tu gasto calórico. Lo bueno de conocer tus pulsaciones en cada momento es que sabes en qué niveles te estás moviendo y si tu número de pulsaciones está más allá del umbral aeróbico, es decir si has sobrepasado el número de pulsaciones a partir del cual tu cuerpo empieza a obtener energía de glucogeno, o si por el contrario sigues por debajo del umbral y estás quemando grasas.