Descansar bien es tan importante como ejercitarse frecuentemente. De nada sirve dedicar varias horas a entrenar, sino dejas que el cuerpo se recupere completamente. Para que puedas hacerlo correctamente debes saber cuál es la diferencia entre descanso activo y pasivo.
El descanso pasivo se trata, ante todo, del sueño nocturno, con una duración no menor de 8 horas en condiciones de aire puro y silencio; y del sueño después del almuerzo, con una duración de 1 hora o 1 hora y 30 minutos. Por el día, se recomienda descansar no inmediatamente después del almuerzo, sino a continuación de un paseo de unos 30 minutos.
En condiciones de un tenso entrenamiento diario de 3 sesiones, en especial en aquellos deportes que exigen resistencia, también es posible un sueño de 3 etapas: 1 hora después del desayuno (con entrenamiento matinal antes del desayuno), 1 hora y 30 minutos después del almuerzo (cuando el entrenamiento principal es anterior al almuerzo), y el sueño nocturno con duración de hasta 9 horas.
Es de utilidad el descanso corto entre los ejercicios del entrenamiento o tratar de hacerlo en las competencias sentándose o, lo que es mejor, acostándose. En este caso resulta cómodo utilizar un sofá articulado que permite adoptar una posición libre y relajar correctamente todos los músculos. En otras ocasiones, los deportistas descansan situando las piernas algo más arriba de la cabeza.
Al descansar debe uno tratar de desconectarse del entrenamiento o de las competencias, y pensar en cosas agradables. Pero en los momentos de responsabilidad en las competencias, incluso durante los descansos cortos, deberá conservarse el espíritu competitivo en la psiquis del deportista así como una elevada excitabilidad nerviosa.
También puede utilizarse exitosamente. En el agua el hombre se encuentra casi en estado de ingravidez, lo que le permite relajar muy bien la musculatura del cuerpo sin efectuar movimiento alguno (por ejemplo, acostado en la bañera).
Este tipo de descanso se le recomienda a todos los deportistas durante 10-15 minutos inmediatamente después del entrenamiento o la participación en las competencias.
Este desempeña, un importante rol en la metodología moderna del entrenamiento deportivo. Es sabido que el descanso pasivo (sobre todo cuando es largo) después de la carga deportiva no siempre constituye el medio idóneo para un rápido restablecimiento de las fuerzas y la liquidación del cansancio. Con frecuencia lo mejor y más efectivo es hacer ejercicios.
Este tipo de ejercicios es útil no sólo para el descanso, sino para perfeccionar el conocimiento de la relajación muscular. I.M. Sechenov estableció que la capacidad de trabajo de un brazo, cuando, durante su descanso, el otro está trabajando, se restablece en mayor medida que después de un descanso pasivo de la misma duración. A este fenómeno lo denominó descanso activo.
Durante el descanso activo los movimientos no deben ser largos e intensivos, debido a que una actividad muscular enérgica durante las pausas no eleva, sino rebaja la capacidad de trabajo.
Hay un grupo de ejercicios para este tipo de descanso en los cuales el factor principal lo constituyen las emociones positivas. Por ejemplo, los juegos deportivos. También existen ejercicios con un grado de influencia más amplio. Por ejemplo, correr a ritmo lento por un sendero durante 20-30 minutos.
Por otra parte, la experiencia deportiva muestra que el descanso activo en forma de ejercicios de carácter cíclico al día siguiente de grandes cargas de entrenamiento permite liquidar con mayor rapidez el agotamiento. Es importante que la intensidad en esos ejercicios no sea muy grande. Exagerar este aspecto puede provocar, en lugar del mejoramiento de los procesos de restablecimiento, un agotamiento adicional.
El descanso activo puede ser aplicado durante algunos días e incluso semanas: a los primeros síntomas de sobreentrenamiento; después de una etapa de entrenamiento muy tensa; a continuación de las competencias importantes y al final del año de entrenamiento.