El término de Edad Biológica ha ganado mucha popularidad en los últimos años. Anteriormente, solo se hablaba de la Edad Cronológica para saber que tan joven o vieja era una persona. Sin embargo, ahora es muy importante más allá de cómo nos vemos por fuera, saber cómo estamos por dentro.

La cronológica es el tiempo que ha transcurrido desde la fecha de nuestro nacimiento hasta hoy. Dicho en otras palabras, es la cantidad de años, meses y días que llevamos viviendo en el planeta. En cambio, la biológica utiliza el estado de desgaste del cuerpo del individuo como unidad base para establecer su nivel de envejecimiento.

Esto permite que 2 personas con igual edad cronológica puedan tener distintas edades biológicas. La diferencia entre edades biológicas viene dada por la genética de cada individuo, la cual se encarga de definir la velocidad de envejecimiento de cada órgano de nuestro cuerpo.

Numerosas investigaciones científicas han identificado distintas características del envejecimiento a nivel celular, como la acumulación de mutaciones en el ADN. Durante la última década, los investigadores han desarrollado algoritmos que aprovechan estos indicadores para estimar la edad biológica de una persona, que puede ser mayor o menor que la cronológica.

«Cuando comparamos la edad biológica de cada uno de estos órganos para cada individuo encontramos que el 18,4% de las personas de 50 años o más tenía al menos un órgano que envejecía más rápidamente que el promedio», destaca Tony Wyss-Coray, autor principal de uno de los estudios más recientes que habla sobre el tema.

Edad Cronológica vs Edad Biológica

Los resultados más llamativos de la investigación es que casi el 20% de la población mayor de 50 años presenta envejecimiento acelerado de un órgano, lo que implica en muchos casos un aumento del riesgo de mortalidad de entre el 20 y el 50%.

Para llegar a estas conclusiones, los autores del estudio, en el que han participado más de 5.000 pacientes, analizaron a través de muestras de sangre los niveles de más de 4.000 proteínas presentes en 11 órganos principales. Los cambios en las proteínas que produce el cuerpo son una característica distintiva del envejecimiento.

«Sabemos que no todos envejecemos al mismo ritmo e intuíamos que no todos nuestros órganos envejecen a la misma velocidad. La clave es el envejecimiento biológico (el deterioro en función de los órganos) y no el cronológico, que es el que nos marca la fecha de nuestro documento de identidad. Cómo establecer esa edad biológica ha sido objeto de intensa investigación en los últimos años.

El mejor predictor actual de edad biológica son las modificaciones epigenéticas del ADN, pero para ello es necesario obtener una muestra de tejido del cual extraer nuestro material genético y eso es imposible para cada órgano», agregó el experto.

El tiempo es un concepto abstracto, pero nosotros, no. No hay mayor prueba de que los años pasan que la huella que dejan en nuestro cuerpo. La ciencia se ha encargado de despejar algunas de las incógnitas que rodean al envejecimiento.

Y, aunque todavía no hay fórmula que nos mantenga lozanos de manera perpetua, entender los mecanismos por los que el organismo va poco a poco deteriorándose puede ayudar a prevenir o tratar enfermedades y, por tanto, a alargar la vida.