Comer carne, pese a los argumentos de los vegetarianos, es muy importante, pues se trata de un producto que aporta proteínas, vitaminas (sobre todo la B12) y numerosos minerales y oligoelementos, entre ellos el hierro conocido como «hemínico», fácilmente asimilable por el organismo, a diferencia del contenido en verduras, huevos y productos lácteos.
Pero tampoco conviene abusar, pues las carnes son también ricas en grasas saturadas y polisaturadas, cuyo exceso favorece las enfermedades cardiovasculares. Además, la costumbre de ofrecer carne en todos los menús es uno de los factores que ha influido en la progresión exponencial de la obesidad en las sociedades occidentales. Por tanto, conviene alternar su consumo con otras carnes más ligeras o pescados. Y escoger los trozos más magros para beneficiarse de sus aportes más nutricionales y menos dañinos para la salud.
🐄 El Buey y la Ternera
Tradicionalmente, el buey ha sido un animal apto para el trabajo que sólo al final de su vida se sacrificaba. De ahí una carne coriácea, que necesita una larga cocción. A pesar de eso, se consume casi toda su carne, que aporta una gran variedad de componentes nutricionales, como proteínas, hierro, selenio y manganeso. La ternera es mucho más popular y respecto al buey aporta casi las mismas kilocalorías y proteínas, y sólo algo menos de minerales y oligoelementos.
🐖 El Cerdo
Denostado por culturas como la judía y la musulmana por su carácter impuro, el pobre cerdo no goza de muy buena reputación. Y sin embargo es un animal del que se aprovecha todo. Y todo es bueno. Con un aporte calórico similar al de las aves, tenidas siempre por más ligeras, y un contenido mínimo de lípidos, es una carne perfecta para una alimentación ligera y equilibrada. Otra ventaja es que su carne diferencia lo magro de la grasa, de modo que ésta se puede retirar sin problema.
🐑 El Cordero
De todas las carnes, ésta es la que tiene una peor reputación por su riqueza en grasas poco recomendables para la salud. Sin embargo, es también una carne cuyos aportes nutricionales merecen ser tenidos en cuenta. Por ejemplo, contiene menos colesterol que la ternera. Si acaso, hay que primar aquellas partes más magras o bien quitar la grasa de las partes más sabrosas, como las costillas. Algo doloroso, sí, pero la salud manda.
🐇 El Conejo
Por su textura se asemeja más a una carne de ave que a las de los animales de los que hasta ahora hemos hablado. Es una carne blanca poco calórica (entre 100 y 160 kilocalorías por cada 100 gramos), poco grasa (entre 6% y 8% de lípidos) y rica en proteínas de buena calidad (entre el 22% y el 24%). Todo ello hace del conejo una opción ideal para comer ligero, siempre, eso sí, que no lo prepares estofado.