Los ejercicios se pueden clasificar de diferentes formas. Por su acción, por su función o por su duración, entre otras. Existen diferentes tipos de ejercicios, unos más populares que otros. Uno de los que no son tan conocidos son los ejercicios ideomotores.
El acto denominado con el término ‘ideomotor’ (del griego idea y del latín motor, que pone en movimiento), designa las reacciones motoras que aparecen, automáticamente, en el hombre, en el momento de representarse el movimiento.
Las investigaciones científicas han demostrado que, una vez se piensa en determinado movimiento (es decir, cuando realizamos una representación cinética) el mismo se realiza involuntariamente, sin notarlo. Esto explica por qué la imaginación de cualquier movimiento conocido implica una reacción ‘ideomotora’, que tiene que ver no sólo con los músculos, sino con las modificaciones funcionales.
La realización mental del ejercicio físico, de sus partes, elementos y enlaces puede servir como medio de elevación del nivel de entrenamiento. Ante todo, ello tiene una gran significación para el dominio de la técnica deportiva, de la táctica y la simplificación del hábito motor.
De hecho, ninguno de los ejercicios físicos se realiza en el proceso de aprendizaje sin una representación mental del mismo. No es de menor significación la repetición mental del ejercicio aprendido antes del entrenamiento o las competencias.
Sin duda, ello permite al deportista «conectar» nuevamente el estereotipo dinámico de los procesos nerviosos y prepararse así para la correcta realización del ejercicio. La realización mental del ejercicio resulta útil también para la educación de diferentes cualidades.
La realización mental de los ejercicios tiene utilidad para dominar el ritmo necesario de los movimientos y solucionar otros problemas relacionados con la realización de ejercicios físicos.
Mientras más exacta, clara y brillante sea la representación motriz, mientras mayor sea la capacidad del deportista para repetirlo en forma esterotipada, más exactos serán los hábitos y logrará una mayor estabilidad en las competencias.
La correspondencia entre las representaciones mentales y las realizaciones prácticas de las acciones puede ser comprobada. Para ello hace falta seleccionar aquellos componentes de la modalidad deportiva que puedan ser valoradas objetivamente.
Por ejemplo, puede proponérsele al deportista anotar el ritmo de los ejercicios que realiza mentalmente; nombrar la magnitud del esfuerzo realizado o la rapidez del movimiento; el grado de exactitud con que da en el blanco, etcétera.
Los ejercicios ideomotores todavía se utilizan insuficientemente, a pesar de que su positivo papel resulta indudable.
Es particularmente importante utilizarlos para evaluar el número de repeticiones del ejercicio competitivo principal o de sus partes, a fin de fijar los hábitos motores (técnica deportiva) en aquellos casos, cuando la realización práctica está relacionada con grandes cargas físicas y psíquicas.