Antes de empezar a entrenar y de hablar de ejercicios, series y rutinas, es importante conocer un tema esencial para seguir todo el proceso de medir-planificar-entrenar-medir. Me refiero a tomarse las medidas, seguir un test personal que te indicará tu evolución, si realmente estás progresando en este camino para ponerte en forma o no.
Se trata de algo tan importante que creo que es el principio y el final del proceso de entrenamiento, pues la clave que marca el éxito o el fracaso depende de estas referencias que hayas tomado. Que te midas a la hora de empezar un plan de entrenamiento tiene una doble finalidad:
✔ Ayudarte a planificar un reto.
✔ Ayudarte a medir tus progresiones.
A ello se puede añadir que el hecho de medirte es un esfuerzo motivacional muy potente, porque permite comparar cómo empezaste y cómo evolucionas. Para afrontar cualquier reto físico debes tener en cuenta tres tipos de referencias distintas, fáciles, rápidas y muy descriptivas. Apúntalas:
1. Foto: Es el testigo más sincero de los cambios corporales, y en ella se aprecian perfectamente las evoluciones en la forma del cuerpo a la hora de entrenar.
2. Medidas Corporales: El peso y los contornos son esenciales para llevar un seguimiento correcto de la evolución. Al igual que con la fotografía, debes tomarte las medidas siempre en las mismas condiciones para que los datos que se desprendan de ellas sean los correctos.
3. Aptitudes Físicas: Debes realizar unas sencillas pruebas para saber en qué grado de forma te encuentras. Estas referencias son las más completas, porque no hablan de tu aspecto, sino de tu estado de forma general.
Para que la foto sea una referencia exacta tu evolución, es determinante y muy importante que la hagas siempre en las mismas condiciones, tanto personales (hora del día en que la tomas, ropa que llevas, comida realizada, etc.), como ambientales (siempre el mismo sitio y con la misma luz).
Eso sí, hay que tener cuidado con la frecuencia con la que te haces la foto, pues si la haces en un plazo excesivamente corto no verás cambio alguno, lo que pueda acabar desmotivándote. Por eso, te recomiendo que te la hagas cada cuatro semanas antes de ponerte a entrenar. Es un lapso de tiempo suficiente para que tu cuerpo refleje el trabajo que estás llevando a cabo y la foto pueda captarlo.