La mayoría de las personas que hacen dieta tienen un objetivo simple: perder peso como sea, en el menor tiempo posible. Sin embargo, son muchos también los que cuidan su alimentación para estar más saludables. Sea cual sea tu caso, hay una nueva tendencia que deberías conocer: la dieta flexitariana.
Se trata de una nueva manera de alimentarse correctamente que ha tomado mucha fuerza en los últimos años. Su significado no aparece en el diccionario (al menos no por ahora) pero el término se forma al unir las palabras flexible y vegetariano. De entrada, eso es algo que nos dice mucho. Pero mejor que sean los especialistas quienes nos cuenten de qué se trata.
«Se basa principalmente en una dieta vegetariana, con la inclusión puntual de alimentos de origen animal. Mayoritariamente, pescados, huevos y lácteos. Aproximadamente el 10% de la población sigue este tipo de dieta», explica la nutricionista Rocío Aparici. Cada vez son más las personas que eligen reducir el consumo de alimentos de origen animal, por lo que estarían siguiendo, consciente o inconscientemente, una dieta flexitariana.
Por otro lado, el experto en gastronomía Rubén Bravo tiene también su propio concepto. «Es una alternativa para aquellos que se acercan al veganismo o a la dieta vegetariana pero no quieren renunciar completamente a los alimentos derivados de los animales». La proporción sería, aproximadamente, de un 80% de productos de origen vegetal y un 20% de procedencia animal.
Este modelo de alimentación se caracteriza por tener como base hortalizas y verduras combinadas con legumbres, pastas, arroces, harinas, tubérculos y frutos secos. El consumo ocasional de alimentos de origen animal se centra principalmente en los lácteos y los huevos y, de forma todavía más esporádica, los pescados y las carnes.
DESAYUNO:
– Tostada de pan integral o de centeno con hummus o aguacate y una pieza de fruta.
– Café o té, una tostada integral con queso y nueces y una fruta.
– Yogur de soja con almendras y mango.
MEDIA MAÑANA:
– Una pieza de fruta y un yogur bajo en grasa de soja.
ALMUERZO:
– Lentejas con quinoa y verduras.
– Hamburguesa de lentejas con brócoli y un acompañamiento de ensalada variada.
– Fideos de arroz con verduras y gambas.
– Lasaña de calabacín con soja.
– Paella de verduras.
MEDIA TARDE:
– Un lácteo con una pequeña cantidad de frutos secos (tres o cuatro nueces, cuatro o cinco cacahuetes).
– Gachas de avena.
– Tostada con mermelada casera.
– Fruta y frutos secos.
CENA:
– Salmón a la plancha acompañado con una parrillada de verduras.
– Tortilla de ajos tiernos y puré de calabaza.
– Sopa de fideos y berenjena de soja.
– Tofu estilo oriental con verduras.
– Patatas al horno con verduras y garbanzos tostados.
Más que una dieta es una filosofía, es decir, una forma de ver la alimentación. La motivación de quienes siguen un patrón flexitariano suele estar más relacionada con preservar el medio ambiente que con el cuidado de la salud.
Están atentos a cuestiones como que los alimentos de origen animal provengan de animales que hayan tenido una vida sana y un buen trato. «Se trata de buscar lo ecológico, sostenible, bio, respetuoso con el animal y también con la naturaleza en los cultivos», concluye Bravo.
Si no fuera por ese matiz de carácter más ideológico, la dieta flexitariana podría equipararse a la mediterránea, que tiene como base hortalizas y verduras (consumo diario) y, en menor proporción, alimentos cárnicos (una o dos veces a la semana).