Una de las máximas que guían todo mi quehacer es la de «entrenar es sinónimo de mejorar». Y es así. Si quieres ponerte en forma, o lo que es lo mismo, mejorar, no te queda otra opción que alimentarte bien y hacer ejercicio. A continuación voy a explicarte en qué consiste eso de mejorar y voy a proporcionarte aquellos principios básicos que harás que saques el mejor partido posible a tu entrenamiento.
El verbo «mejorar» se aplica en este contexto a tus cualidades físicas, por lo menos a las básicas, como la fuerza, la resistencia, la elasticidad, el equilibrio y la coordinación. Por eso te recomiendo que combines actividades que te gusten, pero que sean variadas. De esta manera diversificarás más el trabajo en el gimnasio. Si alternas distintos ejercicios, además de variar las cualidades físicas de una forma más general, mejorarás más partes de tu cuerpo. Aunque sólo sea porque normalmente en general las actividades no afectan a los diferentes grupos musculares por igual.
Ten en cuenta que el ejercicio ayuda a regular una gran parte de los sistemas corporales. El aparato locomotor es el gran beneficiado a priori, porque es en el que se aprecian los cambios por fuera, pero hay otros sistemas, como el hormonal, el cardiovascular, el respiratorio e incluso el digestivo que también se verán igualmente mejorados por la práctica regular del ejercicio. Por ejemplo, si tienes poco apetito, el ejercicio te ayudará a aumentarlo, y si tienes demasiado, te ayudará a rebajarlo y, al mismo tiempo, a quemar kilocalorías. Si padeces de insomnio, el ejercicio te aportará ese extra de cansancio físico que necesitas; si por el contrario, duermes demasiado, te ayudará a mejorar el estado de alerta.
Por supuesto, no se trata de ir a las próximas olimpiadas, pero eso no significa que no nos guste ser exigentes y queramos mejorar. Es más, si cada vez te ves un poco mejor siempre tendrás ganas de seguir adelante. El problema en todo caso vendrá cuando empieces a hacer ejercicio sólo «para mantener», pues en ese momento dejarás de progresar. Tu cuerpo se irá acostumbrando al entrenamiento establecido y no pasará de ahí.
Soy un gran defensor de las progresiones lentas. Hace falta un poco de paciencia, sin duda, porque los resultados no se perciben inmediatamente, pero a cambio, cuanto más tiempo le des al cuerpo para que vaya asimilando las mejoras, más durarán. Además, evitarás también los esfuerzos innecesarios propios de querer mejorar demasiado rápido.