Es normal que después de comer nos den ganas de dormir. El cuerpo ocupa la mayor parte de la energía en el proceso de digestión y por eso es que la cama nos llama.
Sin embargo, hay otras personas que prefieren caminar para ayudar al organismo con este proceso. Sobre cuál de los dos opciones es mejor hay muchas teorías, por eso lo ideal es conocer cuáles son los beneficios de cada una.
150 minutos a la semana de ejercicio físico de intensidad moderada es la recomendación que hace a los adultos la Organización Mundial de la Salud (OMS). La caminata (siempre que se haga a esta intensidad) puede ser parte de esa actividad que debería hacerse de forma habitual.
De hecho, la española Montserrat Romaguera aclara que en el caso de los adultos esa actividad puede repartirse o bien, en sesiones de actividad intensa 3 días a la semana, o bien en 30 minutos al día de actividad moderada 5 días a la semana, opción más seguida por la mayoría de la población y donde incluiríamos el paseo.
Pero ¿es bueno hacer ejercicio después de comer? ¿Por qué no? Sería un recurso. «Yo iría temprano, después de desayunar, o antes de que oscurezca. Después de comer, en verano, sería mucho más recomendable la siesta tras una comida ligera y con bastante líquido para estar bien hidratados”, aconseja la experta.
Sin embargo, la experta señala que el ejercicio físico es una inversión a largo plazo que se tiene que realizar de forma regular y continuada. «No vale el domingo hacer media maratón y después estar una semana con agujetas».
Por último, la especialista recuerda que estos beneficios se empezarían a conseguir cuando el paseo dura más de 10 minutos y se realiza por los menos 3 veces a la semana.
El también español Juan Pareja es un defensor de las dos teorías. Él asegura que «algunas personas, duermen la siesta los días de diario y pasean después de comer los días festivos. La elección probablemente depende del cansancio acumulado y de la cantidad de comida ingerida a mediodía».
La buena noticia es que en muchos casos no hay que elegir (solo organizarse). Además, en verano, debido a las altas temperaturas, los expertos señalan que después de comer es mejor optar por dormir la siesta.
«Los que critican la siesta demuestran que desconocen la fisiología humana. Los horarios impuestos por la actividad industrial y laboral han modificado el horario natural y hacen que no sea posible dormir a mediodía en caso de horarios laborales continuos”, explica Pareja.
En lo que concierne al tiempo necesario para obtener esos beneficios, el especialista indica que también dependerá de cada persona, si bien señala que con 1 hora sería suficiente. «Algunas personas se sienten muy descansadas tras una siesta de 20 minutos y otras la prolongan hasta dos horas», añade.
¿Y qué ocurre si dormimos más de lo necesario? Por un lado, si es muy prolongada, puede llegar a dificultar la conciliación del sueño por la noche. Por otro, puede producirse un efecto paradójico que algunas personas refieren como encontrarse peor que si no hubieran dormido la siesta.