La actividad física tiene múltiples beneficios para nuestra salud. Uno de los más importantes es que es bueno para evitar el insomnio y dormir mejor. Cada vez son más los estudios científicos que demuestran que hacer ejercicio con regularidad puede mejorar notablemente nuestra calidad de vida.
Precisamente, hace unos días la revista ‘British Medical Journal’ publicó un nuevo estudio al respecto. Esta vez, los investigadores demostraron que hacer ejercicio físico de forma constante entre 2 y 3 veces a la semana a largo plazo está relacionado con un menor riesgo de insomnio. Además, seguir esta rutina semanal puede ayudarnos a dormir las horas recomendadas, de entre 6 a 9 horas.
El mencionado estudio fue desarrollado a lo largo de 10 años y liderado por investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Reykjavik, en Islandia. Participaron en total 4.399 personas de 21 países europeos, a quienes les evaluaron la frecuencia, duración e intensidad de la actividad física semanal; así como los síntomas de insomnio, el sueño nocturno y la somnolencia diurna.
Los participantes que hacían ejercicio un mínimo de dos veces a la semana, durante 1 hora, se clasificaron como físicamente activos. Durante los 10 años que duró el estudio, el 37% de los participantes permanecieron inactivos; el 18% comenzó a hacer deporte; el 20% dejó de hacer deporte y el 25% se mantuvo físicamente activo de forma constante.
Después de ajustar los datos por edad, sexo, peso, historial de tabaquismo y centro de estudio, los autores vieron que aquellos que eran persistentemente activos tenían un 42% menos de probabilidades de tener dificultades para conciliar el sueño, así como un 22% menos de probabilidades de tener algún síntoma de insomnio.
Ejercicio para el Insomnio
En cuanto al total de horas de sueño nocturno y somnolencia diurna, los participantes persistentemente activos tenían más probabilidades de dormir normal, mientras que los persistentemente inactivos tenían menos probabilidades de estar en esa categoría.
En concreto, los más activos tenían un 55% más de probabilidades de tener un sueño normal, un 29% menos de tener un sueño corto (6 horas o menos) y un 52% más de probabilidades de tener un sueño prolongado (9 horas o más). Además, los investigadores también vieron que los que se volvieron activos en estos 10 años de estudio, aumentaron un 21% sus probabilidades de dormir normalmente frente a aquellos que permanecían persistentemente inactivos.
Tras estas conclusiones, los autores concluyen que: «Nuestros resultados están en línea con estudios anteriores que han demostrado el efecto beneficioso del ejercicio físico sobre los síntomas del insomnio, pero el estudio actual muestra además la verdadera importancia de la constancia en el ejercicio a lo largo del tiempo».
Además, una de las fortalezas de este estudio es que se ha realizado durante 10 años por lo que «se puede decir que la constancia en la actividad física es un factor importante para optimizar la duración del sueño y reducir los síntomas del insomnio», concluyeron los investigadores.