La hipótesis de la variabilidad al practicar fue formulada por Moxley (1979). Las teorías sobre el aprendizaje motor, hasta ese momento, se sustentaban sobre modelos en circuito cerrado, bien las fundamentadas en las correcciones derivadas de los feed-backs periféricos o las basadas en la noción de programas motores únicos o específicos.
Con la finalidad de dar respuesta a este gran problema planteado, Schmidt (1975) desarrolló la teoría del esquema motor; cuyos principales postulados son la existencia en el individuo de programas motores generalizados y esquemas motores de respuesta.
Los primeros se refieren a conjuntos de coordinaciones pertenecientes a una misma tipología de movimientos. Estos programas motrices son amplios y no poseen todos los detalles de una acción motriz, y sirven para guiar un conjunto de respuestas similares.
Los esquemas motores de respuesta son los que ponen en marcha un determinado programa motor generalizado según la consideración de informaciones procedentes de las condiciones iniciales previas a la respuesta, las específicas de la respuesta, las consecuencias sensoriales de la respuesta y de los resultados obtenidos.
La teoría del esquema pone pues de manifiesto la necesidad de desarrollar y aumentar los esquemas motores de respuesta para fortalecer y ampliar los programas motores para así conseguir que éstos sean polivalentes y den respuesta al mayor número de situaciones motrices que se pueden plantear y que se desconocían o no se habían realizado.
Como consecuencia de estas propuestas teóricas surge la hipótesis de la variabilidad al practicar una acción motriz. En líneas generales, podemos considerar que, esta hipótesis se fundamenta en una practica motriz no repetitiva sino variada alrededor de un esquema motor o programa motor general.
En definitiva, trata de fomentar un amplio repertorio de experiencias y aprendizajes motrices; alrededor de una tipología de movimientos contribuyendo a formar esquemas motrices ricos y adaptativos.
Tiene una especial incidencia positiva en la infancia; y, para su aplicación en la educación física en general y en las habilidades y destrezas motrices básicas en particular, hemos de considerar los siguientes aspectos:
– Variar es provocar nuevos parámetros de respuesta alrededor de una idea o esquema general de movimiento.
– No variedad porque sí, no se trata de presentar muchas tareas, sino que las que se presentan, tengan unos rasgo y características comunes.
– No se aprenden habilidad únicas sino a ser eficiente en familias de movimientos.
– Es necesario el profundo conocimiento de las tareas y movimientos para detectar los elementos comunes y claves que permitan la variabilidad.
– No se debe pretender la automatización de un movimiento sino una práctica variada. Esta debe permitir:
* Consolidar aspectos comunes a varias habilidades.
* Aplicar la habilidad en contextos y situaciones diferentes.
Finalmente, conviene destacar que, la aplicación de la hipótesis de la variabilidad al practicar una acción motriz comportará no solamente la variación de los aspectos antes descritos, sino que llevará implícita la variación de tareas y contenidos en todos los aspectos: intensidad y participación de las diferentes cualidades físicas, diferentes niveles de dificultad y diferentes niveles de coordinación.
Todo ello favorecerá la atención a la diversidad del alumnado. La diversidad y variación de contenidos es una forma de atención a la diversidad de los alumnos.