El arte en la educación humana es un derecho inalienable que todos los sistemas educativos deben poner a la mano de los niños y niñas. De igual manera, la danza es una oportunidad que debe brindársele a modelos pedagógicos formales o informales, pertenecientes a cualquier religión, secta o cultura.
En particular, el baile, como fenómeno ubicuo, ha captado el interés humano en todo el planeta y en todos los tiempos; por una parte como patrimonio de la humanidad y por otra, por su importancia en la sensibilización, en la sociabilización plena de sus beneficiarios y por su estructura colectiva en la identificación cultural.
La aceptación, abundancia, carencia, grado precario de producción o aceptación de la danza en una comunidad determinada, nos podría evidenciar también fortaleza o fallas culturales en ella.
Todos los beneficios culturales, sicofísicos, socioafectivos y cognitivos derivados de la danza y sus elementos básicos colaterales: musicalidad, teatralidad, plasticidad y poeticidad, nos indican que su exclusión en una propuesta o proyecto educativo quiera ser realmente integral, negaría al niño y futuro adulto, el espacio para una expresión corporal estética.
Para ‘La poesía del movimiento’, que decía Simón Bolívar de la danza, es importante la sociabilización y el logro de un adulto con el humanismo y la armonía sicosomática que requiere el hombre de nuestro tiempo y del futuro, sin los complejos dancísticos del adulto actual, sin ese abono corporal, y obviamente con una actitud mental amplia, altiva, biófila.
Es decir, de respeto y amor por su vida, hacia su cuerpo y con la vida y el cuerpo de los demás; un individuo abierto y reconciliado por medio del arte con la vida, con su planeta y el universo, una mente sin mezquindades.
La danza y el baile han estado siempre inmersos en las culturas: los ritos comunitarios lúdico-festivos y aún en la misma educación. Siempre se han creado o implementado dentro de los sistemas lúdicos populares, juegos que anteceden a las danzas de la comunidad, y que hemos denominado predancísticos, porque a escala y dentro de un orden intuitivamente dialéctico de complicaciones, reflejan e incluyen los principales núcleos cinéticos y temáticos de las danzas y músicas de los adultos.
Vale decir: juegos predancísticos que contienen las claves de la danza del adulto. De manera que el paso del niño a la adultez para actuar en los bailes, en las danzas o en las músicas comunitarias, se da de una manera dialéctica; gradual, sin traumas, solo bajo las condiciones éticas, morales o normativas que la comunidad tenga establecidas para cada caso.
La imperiosa necesidad de autoafirmación latente en todo niño normal, los contenidos recreativos, las características emulativas, colectivas y cohesionantes de las danzas y bailes colombianos, así como su enorme variedad y posibilidades de recreación o implementación; nos garantiza a través de la danza lúdica, trabajar siempre fresco, renovado y renovable, con grandes posibilidades para la aplicación en la creación artística.
Al abundante bagaje dancístico de Colombia y de Sudamérica, habría que agregarle la posibilidad de los literario para el caso de propuestas integrales artístico-escénicas o artístico-pedagógicas.
Lo literario, puede entrar a jugar de una manera revitalizante y creativa: en opciones tales como el cuento, leyenda, mitología, cosmogonía, novela, versística, rimas, conteos, adivinanzas, retahílas, jerigonzas, poesía; además de músicas, juegos y juguetes, la plástica y lo teatral.