Algunas de las preguntas más frecuentes que se realizan las personas cuando inician un plan de entrenamiento están relacionadas con el momento del día en el que deben ejecutar su rutina. Bastante común se ha vuelto escuchar en los pasillos del gimnasio y en diferentes foros virtuales que se realicen todo tipo de cuestiones con respecto a este interesante tema sobre el cual tendrás mi opinión en esta oportunidad.
Debo arrancar reconociendo que estas cuestiones no aplican para todo las personas si tenemos en cuenta que la mayoría cumplen un horario laboral o académico que en ocasiones está por encima del establecido para el entrenamiento. Es decir, muchos son los que incluyen su rutina de entrenamiento en el único espacio que tienen durante su jornada diaria, sin importar que sea en la mañana, tarde o noche. Teniendo esto claro vamos de una con mi respuesta.
Por gusto y experiencia personal siempre recomiendo a mis asesorados hacer ejercicio en la mañana. Las razones son muchas, pero el hecho de tener las energías renovadas, el animo bien arriba y el cuerpo en perfecto estado, son algunos de las principales motivos. A diferencia de entrenar en la tarde o en la noche, el fresco de la mañana brinda una sensación única que le permite a tu cuerpo rendir de mejor forma. Pero si eres una de esas personas que no puede hacer ejercicio en la mañana por cuestión de prioridades, a continuación explicaré cuáles son las diferencias de entrenar en una jornada u otra.
Entrenar a primera hora te obligará a acostarte antes, pero genera más constancia y regularidad, es más difícil cancelar el entrenamiento por imprevistos y te mantendrá activo todo el día. Además, si tu objetivo es bajar de peso y perder grasa puedes entrenar en ayunas y eso provocará que tu cuerpo agote las reservas energéticas, teniendo en cuenta el desgaste que realizó mientras dormías. La única desventaja es que necesitas un calentamiento más largo y progresivo por llevar tantas horas inactivo.
[Si trabajas por las mañanas y tienes ocupaciones familiares por las tardes, el mediodía es el momento ideal. Antes de pasar por casa y que te venza la pereza, toma un pequeño snack una hora antes y ponte las zapatillas. Lo único que debes tener en cuenta es procurar entrenar antes de almorzar y no después].
Por las tardes se tiene más fuerza y es más difícil lesionarse. Estás más despierto y liberas el estrés acumulado durante todo el día. Eso sí, tendrás un mayor cansancio físico después de tu jornada de trabajo y además pueden surgir posibles imprevistos, por lo que te costará más cumplir con tu cita saludable con el deporte todos los días. Otro inconveniente en este horario puede ser las elevadas temperaturas que mermarán significativamente tu rendimiento.
La noche es la hora menos recomendable porque la adrenalina que se genera con el ejercicio (que conlleva aumento del ritmo cardíaco) puede causar insomnio en algunas personas (el cuerpo tarda en recuperar la calma). Y si acostumbramos a entrenar al aire libre, la falta de visibilidad provoca inseguridad. Como si fuera poco, acumulamos el desgaste energético de todo el día y es probable que nos sintamos más cansados de lo normal, hecho que podría desembocar en levantarnos tarde y no llegar puntuales al trabajo.