Larisa Latýnina es una de las mejores deportistas de todos los tiempos. Pese a que su nombre no es muy conocido, ocupa el segundo lugar en la lista de los atletas que más medallas han ganado en los Juegos Olímpicos. Y sigue siendo la mujer más laureada de la historia con 18 medallas en gimnasia artística.
Sin embargo, más allá de su éxito deportivo, la historia de vida de Larisa es digna de admirar. Desde niña tuvo que enfrentar muchas dificultades, pero ella nunca dejó de luchar por sus sueños. Trabajó fuertemente y con mucho esfuerzo logró llegar a lo más alto. A continuación, recordamos cómo lo consiguió.
Larisa Semiónovna Latýnina nació en Jersón, RSS de Ucrania, Unión Soviética, el 27 de diciembre de 1934. Su infancia fue sumamente complicada debido a los bombardeos que había en la ciudad, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto bélico le arrebató a su padre en la batalla de Stalingrado y tuvo que abandonar a su madre para vivir fuera de Jérson. Su madre le hizo una mochila llena de pan seco para que no sufriera hambre en el camino.
Lejos de su hogar, Latýnina encontró en la gimnasia un refugio para su vida. Debutó de manera profesional en 1954 y su estreno olímpico se dio en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956. Desde su debut dejó claro que no era una deportista más. Consiguió seis medallas: bronce en gimnasia rítmica en equipo, plata en barras asimétricas, oro con el equipo de la Unión Soviética, oro individual en salto, oro en el concurso completo individual y oro en el ejercicio de suelo, aunque éste último lo tuvo que compartir con la húngara Ágnes Keleti.
Un comienzo soñado que ayudó en buena medida a la Unión Soviética a conseguir el primer lugar del medallero, y ganar por primera vez más medallas que los Estados Unidos en unos Juegos Olímpicos, con un total de 98 (entre ellas 37 de oro).
Al concluir los juegos de 1956, la Unión Soviética le permitió saltarse la lista de espera para comprase un auto, gracias a los logros conseguidos en los olímpicos. «Me dieron el derecho de comprar un coche sin ponerme en lista de espera, porque en la Unión Soviética todo era deficitario. Yo tuve derecho a saltármela gracias a una medalla olímpica», explicó hace un par de años en una entrevista con el diario El País.
Para los Juegos Olímpicos de Roma 1960, Larisa Latýnina ya era una de las favoritas en la gimnasia. En las antiguas ruinas romanas, la rusa consiguió un bronce en salto, dos platas (una en barra de equilibrio y la otra en asimétricas) y repitió los tres oros que había ganado en Melbourne (el primero en el ejercicio de suelo, el segundo por equipos y el tercero en el concurso completo individual). Para ese momento ya contaba con seis oros olímpicos en su palmarés.
Finalmente, llegó a los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, una sede que traía malos recuerdos a Larisa. Estos juegos se iban a llevar a cabo en 1940, sin embargo, los estragos de la Segunda Guerra Mundial obligaron a parar la actividad olímpica. Primero la sede, que originalmente era Tokio, le fue cedida a Helsinki, a raíz de la invasión japonesa a China; sin embargo, el estallido del conflicto bélico obligó a cancelar esta edición de las justas deportivas.
A pesar de las amargas memorias, Latynina disputó sus últimas Olimpiadas con el mismo coraje y las ganas de triunfar que caracterizaron su carrera. Con 30 años, la gimnasta cerró su carrera olímpica en gran forma y se colgó seis medallas más: dos de bronce (uno en barras de equilibrio y otro en asimétricas), dos de plata (una en salto y otra en concurso individual) y dos de oro (una en equipo y otra en el ejercicio de suelo).
En resumen, logró 9 medallas de oro, 5 de plata y 4 de bronce. Razón por la que, hasta los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, fue la mayor medallista olímpica de la historia. En esa edición fue superada por Michael Phelps en medallas totales. Y cuatro años más tarde, en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, fue empatada con las 14 medallas obtenidas de forma individual por el mismo nadador estadounidense.
Larisa Latýnina se despidió de la gimnasia, en 1966, con 32 años. Su última participación fue en el Campeonato del Mundo de Dortmund. Hoy tiene 86 años y en las mañanas continúa realizando algunos de los ejercicios básicos de gimnasia que la ayudaron a triunfar en tres Juegos Olímpicos. Mientras entrena recuerda las hazañas que consiguió gracias a su carácter y estilo elegante, que la llevaron a convertirse en la mujer con más medallas olímpicas.