«La vida no será igual después del coronavirus». Es la frase del momento. Lo han dicho una y otra vez los expertos de todo el mundo. El ser humano cambiará algunas costumbres, algunos comportamientos y eso traerá consigo grandes cambios en el deporte.
La pandemia del COVID-19 nos ha obligado a quedarnos en casa para evitar su propagación. Una medida que incluye la suspensión indefinida de las actividades sociales masivas, como los eventos deportivos. Los principales torneos y competencias han sido aplazadas hasta nueva orden.
Una decisión que dejará secuelas severas en el factor económico, sin embargo, otras esferas que rodean la actividad deportiva también se verán muy afectadas. Pero la transformación no será solamente a nivel profesional, en el campo amateur o aficionado también cambiarán algunas cosas. Actividades como correr por las calles o montar bicicleta ya no se podrán realizar como antes.
El mundo ha interiorizado nuevos hábitos de conducta y de convivencia a raíz de la pandemia. La mascarilla (tapabocas) es ya prácticamente imprescindible y la distancia óptima para impedir la propagación del virus es de 2 metros.
Sin embargo, esa distancia de seguridad solo sirve para lugares cerrados o espacios al aire libre donde no haya viento. Una ligera brisa desbarata la medición. Haciendo running o montando en bicicleta, esa distancia no evita el contagio. No es suficiente para abortar la proliferación del COVID-19.
Así lo ha demostrado un reciente estudio de las universidades de KU Leuven (Bélgica) y TU Eindhoven (Holanda). Los expertos concluyeron que para hacer deporte es necesario más distancia por el flujo deslizante, que es lo que emite una persona al respirar, toser o estornudar mientras corre. Esa ‘nube de gotas’ casi imperceptible viajan directamente al organismo de quienes estén cerca.
Bert Blocken, profesor de la universidad de Eindhoven, es un ingeniero especializado en física urbana, ingeniería eólica y aerodinámica deportiva, que también ejerce de director científico de la instalación del túnel de viento de capa límite atmosférica de Eindhoven. Una eminencia con autoridad para hablar del tema, que dijo lo siguiente:
«Las personas que durante el ejercicio estornudan o tosen esparcen gotas con una fuerza mayor, pero también las personas que simplemente respiran dejarán partículas atrás. Esto está comprobado científicamente. Es así. Ese flujo deslizante hay que controlarle».
El estudio parte de la simulación de la aparición de partículas de saliva durante el movimiento de las personas, ya sea caminando o corriendo y en distintas posiciones, en hilera, en diagonal o a la misma altura. Son ensayos habituales para la mejora del nivel de rendimiento de los atletas, cuya ganancia es notable cuando se ponen en la corriente del aire del otro competidor, pero claro, en la época anterior al COVID-19.
Quiere decir que uno de los grandes cambios en el deporte después del coronavirus será mantenerse fuera de ese flujo deslizante para evitar más contagios.
Por tanto, la conclusión es que dos personas que se muevan en la misma dirección deben mantener una distancia de al menos 4 metros. En bicicleta la medida asciende a un mínimo de 10 metros y dependiendo de la velocidad a la que se circule es posible que la recomendación sea de hasta 20 metros. ¡Ya nada será igual!