Además de hidratos de carbono, proteínas y grasas, los alimentos cuenta también con otros elementos que son imprescindibles para que esa maravillosa máquina que es el cuerpo funcione a la perfección. Estamos hablando de los famosos Micronutrientes que los podemos encontrar en tres formas distintas: las vitaminas, los minerales y los oligoelementos. Aunque sea por encima, vale la pena pararse un momento sobre cada uno de ellos y reconocer sus diferentes funciones.
Las vitaminas son imprescindibles para el correcto funcionamiento fisiológico. Tanto, que su carencia puede afectar de forma grave a nuestra salud. Hay 13 tipos de vitaminas, repartidas en dos categorías:
✔ Vitaminas Liposolubles: Son la A, D, E y K, y son absorbidas y almacenadas al mismo tiempo que las grasas.
✔ Vitaminas Hidrosolubles: Son la C, B1, B2, PP, B5, B6, B8, B9 (o ácido fólico) y B12, solubles en agua y no almacenables por el organismo, por lo que son expulsadas a través de la orina cuando se han consumido en exceso.
A diferencia de sus compañeras, la Vitamina D se encuentra en escasas cantidades en la comida. Y es una vitamina esencial, pues ella es la que procura la absorción del calcio por nuestro organismo y su fijación en el hueso a fin de dar la solidez necesaria a nuestros huesos y dientes. Pescados como la sardina o el salmón la contienen en dosis apreciables, pero la principal fuente de esta vitamina hay que buscarla en el sol. Sí, este micronutrientes básico es fabricado por el organismo gracias a los rayos ultravioletas. Por tanto, antes que consumir cualquier suplemento que la contenga, lo que te recomiendo es salir cada día a pasear 30 minutos al aire libre. Y si es invierno y el sol se oculta, pues a consumir pescado.
Aunque los compuestos minerales está presentes en pequeñas cantidades en nuestro cuerpo, juegan un papel esencial para las células y los tejidos. Entre este tipo de micronutrientes se destacan el calcio, el fósforo, el hierro, el magnesio, el sodio y el potasio, entre otros, que podemos encontrar en alimentos como las frutas y las verduras, principalmente.
En cuanto a su composición, poco o nada se distingue de los minerales. En todo caso, lo que cambia es su proporción en el cuerpo, mucho menor que la de aquéllos. Aunque su papel no es por ello menos importante. Los nombres más conocidos en este tipo de alimentos son el cinc, el cromo, el flúor, el manganeso, el molibdeno, el selenio y el yodo, entre otros.