Los principios psicopedagógicos y didácticos son grandes postulados que orienta al docente en las diferentes acciones de su tarea educativa y le proporcionan pautas de actuación para poder tomar las decisiones más adecuadas en cada momento.
Así mismo hacen posible enmarcar los procesos de enseñanza y aprendizaje en un modelo educativo constructivista y significativo. El Diseño Curricular Base del MEC establece los principios psicopedagógicos que a continuación se especifican.
El primer principio que hemos de tener en cuenta es que debemos partir del nivel inicial de los alumnos. El cumplimiento de este principio representa, por una parte, que debemos realizar las acciones adecuadas para determinar en cada alumno cuál es su nivel inicial y; por otra parte, asentar los nuevos aprendizajes en función de ese nivel.
La determinación del nivel inicial de los alumnos está estrechamente relacionado con la evaluación inicial. Con ella pretendemos conocer las estructuras de acogida de los alumnos, es decir, qué es lo que ya ha aprendido; qué ideas previas tiene sobre los contenidos a aprender; y el nivel de motivación y expectativas que tiene para abordar los nuevos aprendizajes.
Para referirnos a todo este conjunto de factores utilizamos el concepto de estructuras de acogida. En la determinación de estas estructuras de acogida y para la enseñanza y aprendizaje de todas las habilidades motrices es necesario también conocer el nivel de desarrollo de los alumnos.
El segundo principio psicopedagógico hace referencia a la necesidad de asegurar aprendizajes significativos, cosa que sólo será posible si las tareas y habilidades que solicitamos a los alumnos reúnen las dos condiciones siguientes:
– El contenido propuesto debe ser potencialmente significativo; o sea, ha de vincularse con los conocimientos de los alumnos y estar dentro de su órbita cultural.
– Tiene que existir una actitud favorable por parte del alumno; es decir, el alumno debe estar motivado e interesado por aprender.
El tercer principio destaca la necesidad de que los alumnos realicen aprendizajes significativos por sí solos; es decir, los alumnos tienen que aprender a aprender. Esto no se logra con la reproducción de movimientos ni con la acumulación o repetición mecánica de los mismos.
Requiere de una situación en donde los alumnos aprendan a solucionar problemas, experimenten, descubran y pongan en juego estrategias personales de aprendizaje.
El cuarto principio pone de relieve la necesidad de modificar los esquemas de conocimiento, o dicho de otra manera, crear una disonancia cognitiva en los alumnos.
La disonancia cognitiva consiste en provocar en los alumnos un estado de desequilibrio emocional que les incite a superar un nuevo obstáculo o reto. Este nuevo reto debe ser lo suficiente atractivo y sugestivo para que provoque ese estado de inquietud en los alumnos y a la vez, lo suficientemente coherente para que pueda ser alcanzado por la mayoría de los mismos.
Vygotsky denomina a este margen entre el nivel del aprendizaje efectivo y el nivel del aprendizaje potencial «Zona de Desarrollo Próximo»; también conocido en pedagogía como área de conocimiento próximo; y, en definitiva, constituye el margen de disponibilidad del alumno para poder asumir un nuevo aprendizaje.
Finalmente, el quinto principio alude a la intensa actividad por parte del alumno. La actividad de los alumnos se centra en el constante establecimiento de relaciones entre los esquemas de conocimientos que poseen y los nuevos contenidos.