El logro de los objetivos deportivos se fundamenta en la educación, enseñanza y elevación de las posibilidades funcionales del organismo del deportista. Estas son las tres orientaciones fundamentales, vinculadas entre sí, del entrenamiento deportivo.
La educación es un proceso pedagógico. Una determinada y sistemática acción, dirigida a un fin, sobre la psicología del educado, a fin de transmitirle las cualidades que desea el educador. Es la transmisión de una determinada concepción del mundo, de una moralidad y de las reglas de convivencia humana; la elaboración de determinados rasgos del carácter y la voluntad, de hábitos y gustos.
La enseñanza constituye la base para el perfeccionamiento de la capacidad de crear y coordinar movimientos y acciones, para el mejoramiento de la técnica y la táctica, para la educación de la habilidad y la exactitud de los movimientos.
Hay que enseñar también la participación en las competencias, la lucha deportiva, la conducción de los entrenamientos y la realización del automasaje y el autocontrol.
La elevación de las posibilidades funcionales de los órganos y sistemas del organismo, la educación de las cualidad motoras (fuerza, rapidez, resistencia, habilidad, flexibilidad) se logra bajo la influencia de exigencias repetitivas y crecientes a los órganos y sistemas, y al aparato motor del deportista.
En esto se basa, fundamentalmente, la obtención de la preparación física y la elevación de las cualidades volitivas y psíquicas.
Las tres orientaciones indicadas están interrelacionadas y condicionadas entre sí, ante todo, por la unidad entre el organismo del hombre y su fundamento fisiológico, por el establecimiento de reflejos nerviosos condicionados, la formación de estereotipos dinámicos de los procesos nerviosos en la corteza cerebral y por la ‘comunidad’ entre las funciones de los órganos y los sistemas. Ninguna acción o ejercicio no puede ser rigurosamente local ni absolutamente unilateral.
– Independientemente de lo especifico de la acción que se ejerza sobre determinado órgano o sistema, la misma, en determinado grado, se reflejará en otros órganos y sistemas, y sobre el organismo en su conjunto.
– El entrenador no debe olvidar nunca la interrelación dialéctica y el condicionamiento mutuo de estas tres orientaciones.
– Desde el punto de vista de la fisiología, un deportista está entrenado como resultado de la admirable capacidad de todo lo vivo de transformarse y perfeccionarse, adaptándose a las influencias del mundo exterior y del medio interior. Esta plasticidad del organismo vivo permite influir orientadamente sobre él y transformarlo.
– En el organismo no hay nada que no se modifique, en una u otra medida, como resultado de nuevas exigencias del entrenamiento deportivo.
– Un papel muy importante en la perfección el entrenamiento deportivo es el del restablecimiento después del trabajo. Son ellos los que, en primer orden, condicionan las transformaciones morfológicas y transforman, los avances fisiológicos cuantitativos, en cualitativos.
– En el proceso de la acción repetitiva de un mismo estímulo, los correspondientes procesos nerviosos se afirman y perfeccionan aún más. Además, se convierten en un sistema estereotipado suficientemente estable.
– La conciencia, el pensamiento y el lenguaje ejercen una considerable influencia sobre el proceso de equilibrio entre el organismo y el medio exterior.
– La capacidad de adaptación del organismo a las condiciones más diversas y las influencias de los medios exterior e interior, ofrecen posibilidades casi limitadas para una orientación especifica en la educación de las cualidades físicas, morales y volitivas.
– Mediante la correspondiente selección de medios, métodos y cargas de entrenamiento se pueden provocar adelantos morfológicos, fisiológicos y psicológicos.